Inició su exposición con una serie de apreciaciones literarias, inclu-yendo a Boccacio y El Decameron, Camús y La Peste, así como Her-mann Hesse, con su obra Narciso y Goldmundo, que ubica en el siglo XIV, cuando más duro era el virus bubónico. Subrayando que la pan-demia se presentó súbitamente, con un origen claramente chino de la zona de Wuhan, con toda una serie de posibilidades pendientes de investigación.
Inicialmente, durante el confinamiento que empezó el 14 de octubre por la declaración del estado de alarma, se produjo un aumento im-portante del ahorro familiar y de las empresas, como cautela ante situaciones peores de pérdida del trabajo, o de necesidades perentorias de liquidez.
Frente a la pandemia, Francia creó un comité de sabios, e Italia designó un importante industrial para realizar un informe bajo su dirección, con destino a la Presidencia de la República.
En el caso de España, en el Congreso de los Diputados se constituyó una Comisión para la Reconstrucción Nacional. Presidida por Patxi Lopez, no se aceptaron muchas iniciativas de presentar fórmulas ante los diputados desde el exterior, entre ellos la propia del ponente de hoy en la Academia.
No obstante, de la remisión que se hizo del inicio de esta ponencia al Congreso, que consta en la web del mismo, se conservan las recomen-daciones que se hicieron sobre el escenario macro, presupuestos cuatrienales, y asimismo una estimación de la caída del PIB en un 11,8 por 100 para 2020.
Posteriormente, el ponente expuso los cuatro capítulos de efectos y políticas:
La ponencia incluye las recomendaciones básicas, que en el campo de la sanidad son:
Además de esas recomendaciones sanitarias, se incluyen en la ponencia algunas de carácter económico-social más general.
Por último, se incluyen algunas recomendaciones también económicas más concretas, sobre todo en el área de la fiscalidad:
Siguieron las preguntas de los Académicos Juan Velarde, Pedro Schwartz y Helio Carpintero, a las que el ponente dio sus correspondientes respuestas.
El Académico Juan-Miguel Villar Mir expuso el pasado 24 de noviembre en esta Real Academia una presentación llamada “El impacto en la sociedad de la era digital”, que se estructuraba en los siguientes puntos:
Terminó la conferencia:
“Recomendando a los excelentísimos compañeros de la Academia que todos dediquemos atención y tiempo a la gran pregunta del impacto ético y moral que estas nuevas tecnologías basadas en la Inteligencia Artificial podrían tener sobre nuestra forma de vida”.
Aunque los actos justos o injustos los cometen siempre personas sí que es posible hablar de instituciones sociales que fomenten situaciones injustas. Esta ponencia estudia cuatro teorías de la justicia social entre las que elegir para conseguir una sociedad más justa y las personifica.
Las tres primeras buscan crear sociedades igualitarias. Su atractivo nace de que incluyen un gran elemento de envidia – un vicio muy arraigado en la naturaleza humana. El único sistema social que transforma el plomo de la envidia en el oro de la emulación es la sociedad mercantil, el cuarto de los sistemas de esta lista. Fue David Hume el que en 1740 definió las tres reglas necesarias para que el capitalismo mercantil consiguiera crear “la paz y la seguridad de la sociedad humana”: “la estabilidad de la posesión, su transferencia por consentimiento, y el cumplimiento de las promesas”.
Que el mercado competitivo asigna recursos eficientemente es aducido frecuentemente para justificar un reducido papel para el Sector público. Sin embargo, pocas veces se reconoce la frecuencia con que se incumplen los supuestos que garantizan tal propiedad, ni se repara en que el concepto de eficiencia utilizado es compatible con elevados niveles de desigualdad.
Por el contrario, los abundantes fallos de mercado sugieren un mayor papel para el Estado. También lo sugieren así sus importantes responsabilidades: educación, sanidad, seguridad, las infraestructuras, la regulación laboral, la mejora de la competitividad. Parece evidente que el primer papel del sector público deba ser ocuparse de que ningún ciudadano se vea privado del acceso a la sanidad, educación, o al disfrute de bienes públicos de calidad, por razón de renta, género, edad, o raza.
Pero, incluso esta concepción más amplia del Estado se está desbordando en los momentos de crisis que, lamentablemente, nos está tocando vivir en este primer cuarto del siglo XXI.
El progreso futuro requerirá una amplia colaboración público-privada, que permita decisivos avances en innovación, y una ansiada reforma de la Administración, que pase a estar definitivamente al servicio de los ciudadanos, y no de los partidos políticos y los lobbies. Tal reforma pasaría por la profesionalización de los directivos públicos, operando en agencias independientes del poder político y el estricto cumplimiento del trinomio: transparencia, evaluación de políticas públicas y rendición de cuentas por parte de los responsables de la gestión publica.
Imposible lograrlo sin acabar con la crispación política, y sin la aceptación del consenso, la colaboración y el compromiso como elementos de transformación. Solo así podría lograrse un verdadero sentimiento de comunidad nacional, base para el progreso futuro del país.
En este trabajo analizaré algunos aspectos relacionados con la evidencia empírica de la desigualdad y de la igualdad de oportunidades. Dentro de la dificultad de encontrar una definición de igualdad de oportunidades que pueda ser utilizada en la práctica, prestaré especial atención a una de las dimensiones más observables de la igualdad de oportunidades, que es la de la movilidad social. Resaltaré la importancia que tiene utilizar en los análisis empíricos la información derivada de los registros públicos.
A continuación, y desde este planteamiento, me referiré al notorio problema de la brecha de género. Se entiende por brecha de género la diferencia entre una métrica —o indicador— masculina y una femenina correspondiente a una determinada actividad relacionada con su bienestar y desarrollo humano. Puede entonces hacer referencia, entre otras, a una actividad relacionada con la salud, la educación, la economía y la política. Aquí me centraré, básicamente, en la brecha salarial de género. En el transcurso de la exposición analizaré las causas de tal tipo de brechas, así como alguna de las medidas generalmente aceptadas para su cierre.
Terminaré tratando con más detenimiento aquella que más se ha generalizado en los países desarrollados, que es la imposición de cuotas. Haré especial referencia a los resultados obtenidos al aplicarse a los consejos de administración de las empresas.